El Infante don Luis de Borbón, hermano del rey Carlos III, vivió alejado de la corte desde su boda con Maria Teresa Vallabriga y Rozas, que no era noble, en 1776.
Las circunstancias de este matrimonio desigual le obligaron a buscar una residencia fuera de la corte, donde vivir cómodamente con su mujer e hijos, (que tenían prohibida su residencia en la corte, y utilizar el apellido Borbón).
El matrimonio residió primero en Velada, más tarde en Cadalso de los Vidrios y por fin en Arenas, a donde parece que llega por primera vez a finales de 1777.
Tras habitar el caserón que luego fué de los Letget, el infante adquirió el denominado Palacio Viejo (antigua mansión de los Frías) a la que se añadió el palacio de las Damas y la posada de La Regalada.
Pero el espacio con que contaba se quedaba reducido para su pequeña corte, familia, amigos, artistas, criados…
El ayuntamiento de Arenas le ofrece gratuitamente los terrenos denominados de «La Mosquera» para que construya un nuevo palacio, ya que entiende que ha recibido grandes favores y recibirá, de dicho infante.
A él se debió por ejemplo, la canalización del arroyo Guisete, que discurría a lo largo de la actual calle Triste Condesa.
En 1779 se empieza a construir el palacio, en un lugar privilegiado por sus vistas sobre el pueblo, y por ser lugar más soleado y saludable. El ala derecha, aún sin concluir, y la denominada Casa de Oficios dedicada al personal empleado, empiezan a ser habitadas en 1783.
Entre los artistas de los que se rodeó el infante don Luis durante estos años se encuentra el compositor Boccherini (al servicio del infante durante 15 años) y Goya (que realizó varios retratos de la familia).
Pero tan sólo dos años después, en 1785, muere el infante. Ya nunca se concluirá el palacio. En sus últimos momentos don Luis escribe unas líneas a su hermano el rey Carlos III:
«Hermano de mi alma me acavan de sacramentar; te pido por el lance en que estoi que cuides de mi mujer y mis Hijos y de mis pobres criados y a Dios. Tu Hermano Luis.»
Carlos III, sin embargo, decidió que Maria Teresa quedase confinada a vivir en Arenas y la separó de sus tres hijos, a los que envió a Toledo, confiándolos al cuidado del Arzobispo.
Su madre no los volvió a ver hasta siete años después, en 1792, cuando el rey Carlos IV, menos severo que su padre, respondiendo a una carta desesperada de Maria Teresa, se lo permite.
La triste situación en que quedó la viuda del infante que enfermó varias veces en un año y consiguió finalmente permiso del rey para trasladarse a Velada, donde se sentía más arropada por amigos, favoreció el abandono y el pilllaje en el Palacio por parte incluso de algunos empleados que pudieron malvender tapizados, forjados, zócalos de jaspe, chimeneas de mármol, etc.
Además, para elaborar el inventario de los bienes que pertenecía a don Luis de Borbón, tarea en la que invierteron 12 años, los testamentarios trasladaron al palacio de Boadilla del Monte (perteneciente al infante) muchos de los bienes muebles (pinturas, libros, esculturas… ) del Palacio de Arenas, cuando doña Maria Teresa se marchó. Con todo ello en 1795 se tienen que realizar ya reparaciones.
Abandonado, en 1809 el palacio sirve de cuartel para las tropas invasoras francesas primero, y para refugio de las numerosas familias que perdieron sus casas pero conservaron sus vidas.
Los sucesivos herederos del palacio lo mantuvieron en el abandono hasta que Claudio Rúspoli se lo vende en 1913 a un arenense: José Rodríguez Morcón, quien incluso intenta restaurarlo dentro de sus posibilidades y lo habita. La casa de oficios albergó de 1922 a 1923 la escuela del Carmen.
A la muerte de José Rodríguez Morcón en 1933, El palacio y la casa de oficios se dividen entre sus dos hijos Modesta y Juan, siguiendo ambos edificios muy distinta suerte. Por una parte la Casa de Oficios continúa ejerciendo como vivienda particular hasta nuestros días, de la numerosa descendencia de Modesta. El palacio ha pasado por muchas vicisitudes más.
En los inicios de la Guerra Civil el bando republicano utiliza el palacio como cárcel, aunque según se cuenta, alguno logró escapar.
Posteriormente funcionó un tiempo como hotel. La diócesis de Ávila lo compra a Juan Rodríguez Morcón en 1943 para convertirlo en seminario menor (de ahí que aún se denomine al palacio «El Semi»).
Para adaptarlo a su nuevo uso los dueños emprendieron algunos cambios siempre bajo un criterio práctico. Como seminario menor funcionó hasta los años 60.
Durante un tiempo, entre 1976 y1981 alberga también el Colegio San José de primera enseñanza, pero finalmente el palacio es adquirido por el Ayuntamiento de Arenas en 1989.
Desde entonces se busca continuamente una salida digna para tan notable edificación.
En 1989, con una subvención de la Junta de Castilla y León, se emprendió una importante restauración que llevó a levantar y rehacer todo el tejado que se estaba hundiendo. También se volvió a revocar y pintar parte de la fachada en el color rosado que originariamente lució el edificio, con el proyecto de convertirlo en la sede de un instituto del medioambiente, o universidad de verano, en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid y la Fundación Marcelo Gómez Matías.
En 1991 se firma un convenio entre las tres partes para la creación en el Palacio del mencionado instituto. Se mantienen reuniones de trabajo y visitas importantes en Arenas que dan lugar a un primer curso ese verano. Pero también este proyecto queda inacabado.
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